He tenido que aprender a extrañarte con una sonrisa, a no dejarme mojar la cara con la nostalgia.
Han pasado los años, sigo pensando en tus cabellos medio blancos, y en lo mucho que hubiera querido verte sentado en una mecedora, ya con la cabeza color de nieve, y con tus armas y mi escudo, guardadas, para darte un abrazo inmenso, pasar mis dedos por tus cabellos, y hablarte de mis días sin temor a discutir.
Te necesitaba así, sin la animosidad que tanto nos perturbó, porque que mierda!! soy tu pajarito y me parezco a ti.. ¿decidiste volver?
Cierro los ojos para verte, y me abrazo al árbol del patio, y aunque los dedos me duelen cuando extraño tus cabellos, y el corazón se me arrincona cuando te pienso, he decidido buscarte en el futuro, en los ojos de mis hijos, y en mis ojos cuando esté tan cenil como tú.
Por eso, ya no tengo escudos, ni armas, estoy a la intemperie, esperando volverte a ver.