Al final de cuentas, por más que lo intente, siempre terminan volviendo. No son los ojos de alguien fijos en la mente y distantes en el recuerdo; tampoco es el eco de la voz del ser amado, y ni siquiera es la nostalgia de extrañar lo perdido… Bueno, tal vez lo último sea lo que más se asemeja a la situación.
Es una mezcla extraña entre soledad, frustración, cansancio. Morir, sería un alivio, para descansar... ¿De qué? sí no ha pasado nada relevante, pues de esta sensación de frustración… Pero, es impensable morir con tantas cosas por hacer aún, y sin embargo, no hay energía suficiente como para hacer nada.
Son ganas de todo y nada al mismo tiempo, es a veces querer comerse el mundo, y otras, en cambio, dejarse comer por él. Como pasar de la tristeza al dolor, luego a la euforia, al optimismo, y todo en los mismos cinco minutos.
Lo anterior mezclado con un torbellino de nubes grises, un clima frío sin muchas actividades por hacer, y si añadimos un toque de música para recordar, se puede brindar con las lágrimas que corren por la cara de un intento de escritora frustrada, medio poeta y medio loca, pero siempre medio, porque fue lo que medio quedó después de la destrucción, después del incendio, después de intentar erigir otra vez las ruinas de lo que alguna vez fue…
A pesar de todo, abrir los ojos maldiciendo el nuevo día. Mientras la poca materia gris utilizada los últimos minutos para escribir empieza nuevamente a caer en el ya usual letargo en que ha estado sumida, el alma se aferra a estas pocas líneas escritas, por sentir que se hizo algo, que se logró algo provechoso en este tiempo muerto como las plomizas tarde de invierno, donde todo transcurre casi igual.
Pero no, aún hay versos, aún hay esperanza de algún día volver a ver el color en medio de la oscuridad; como decía Gustaviiiiii Adolfo Bécquer:
Mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!
Y bueno, aunque el corazón ya no da para mucho, y la cabeza a estas alturas ya resulta algo obsoleta, o simplemente trabaja al son de la rutina, hay al menos un intento de poesía, con lo cual, tal vez pueda concluirse que aún hay alguna esperanza… Porque bueno, recuerdos sigue habiendo muchos, aún después del incendio, aún después de la tormenta...