Hoy luego de una discusión que comenzó por la definición de burguesía, y de tu intolerancia a nuestras diferencias ideológicas me dijiste que yo lo sé todo de ti y tu nada de mi, que no sabías que me gustaba, por eso he decidido decirlo aunque no lo vayas a leer.
Me gusta caminar Santiago por las noches, ver las luces pasar, me gusta la simpleza de caminar, el frío en la cara, frío doloroso (llámame masoquista). Me gusta mirar las hojas en invierno -sólo en invierno- se ven solas, pero geométricamente bien separadas.
Me gusta ver documentales (en su mayoría de temáticas bastante hueonas), tanto que una vez ví un documental de personas que eran adictas a los documentales y yo cumplía con varios de los requisitos para ingresar al club.
Me gusta ser hija de mis padres, porque también soy a través de ellos.
Me gusta el CineArteNormandie, no sólo porque hice una investigación hippie del mismo, sino porque me gusta inventar recuerdos ajenos. ¿Cómo fue en los años 50? ¿Muchos Juanes y muchas Yolis? Butacas de madera, cortinaje de telas confeccionadas en las industrias nacionales, y me pregunto ¿Todo sería tan grisaceo y celeste como lo imagino? La matinee al parecer ha sido siempre igual. Me gusta el abuelito mañoso que corta las entradas, porque los abuelos son mañosos; es su deber.
Me gusta sentarme en el último asiento de la micro, del lado del chofer, con todas las ventanas de la micro abiertas (si fuese posible).
Me gusta aprender, por herencia familiar, por gusto adquirido, porque me enseñaron que se es a través del lenguaje, que se debe conversar sin alzarse. Me gusta por egolatría, con el fin de saber más que algunos de mis pares o sólo por el hecho de tener la razón.
Me gusta la museografía porque me gusta saber en qué se equivocan los otros, por qué tengo que ver un cuadro y cómo, me gusta porque me imagino a los pintores, no me imagino audiovisualistas, me gusta imaginar la pintura, porque a mi parecer requiere de más romance el trabajar un lienzo, me gusta imaginar hombres y mujeres vestidos de blanco, como esos delantales que se usan para los talleres de clases de química, con pisos de madera y sol de invierno entrando por las rendijas del ventanal, todo esto mientras un perro (muy Maximiliano) pero más pequeño y de pelaje corto, mira absorto y mueve la cabeza.
Me gusta cuando conozco a alguien que ha leído los mismos libros que yo, pero a la vez le odio, porque no me gusta que me quiten el derecho a que sea sólo mio.
Me gusta el Arte y las Letras no por dármelas de shuer, sino porque lo siento mío. Cada cosa que se lee y que se observa se transforma en propio y como una niña de 5 años, soy egoísta. Pero me gusta imaginar, observando lo que veo (y no lo creo redundante), porque no sabes que hay tantas cosas graciosas/melancólicas/irascibles/surrealistas imaginables tras una obra.
Más allá de todo, me gusta imaginar. (Soñar despierta)
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